II Capítulo

II Capítulo   El viejo gran danés en cautiverio

I

Un calor sofocante invade el ambiente rico en olores nauseabundos, es lo que impera en el cuartucho sombrío aquel asentado en uno de tantos ejidos del valle, sólo que para los conocedores ése ruidito característico es de una zona muy en especial, pues les haría saber que están en una de las casas abandonadas del ejido Hidalgo, dejadas de sus moradores por la terrible contaminación de la geotérmica de Cerro Prieto.

El tufo esparcido por el aire aletargado y cálido, en trechos  es irrespirable lo que dificulta completar cualquier idea y menos cuando uno ni idea tiene del lugar en el que se encuentra, el porqué y el para qué, así no queda otro pensamiento más digno que cavilar en ése positivismo ridículo y ramplón como filosofía de pensar positivamente para que no impacte nuestras malas vibras y no haga daño, sino en concentrarse en que aquello negativo pronto pasará y que nos permitirá concentraros en pensamientos positivos y en el perdón, como se alecciona hoy en la televisión, con los ministros de culto que ahora resultan ser conductores y actorcetes de la farándula.

Así, cuando despierta Mario Consuelo Real Toscano “se hace el occiso” como es la expresión común y corriente o pretende “nadar de muertito”, casi en forma literal, habida cuenta que no hace -según él- un sólo movimiento que delate su vuelta en sí, pues se descubre con las manos atadas hacia el frente y la cabeza tapada con una capucha obscura. Algún movimiento hace que le delata seguir vivo porque de inmediato recibe una patada en el nalgatorio.

–¡Ah, ya das trazas de estar vivo pinche viejo, horita te voy aponer parejo… levántate de volada…! –Y volvió a patear pero un poco más débil, porque en el trayecto de su pie escuchó un grito como si viniera de lejos, de una voz acercándose.

–¡Déjalo, no ves que le vas a dar en la madre y está tan ruco que con cualquier cosa se petatea el cabrón y lo quieren vivo… por algo le dicen el viejo gran danés ¿por qué crees?

–No lo sé ¿a lo mejor porque debe ser alguien importante…?

–Pues a lo mejor y quién sabe, pero estoy muy seguro que lo tenemos que mantener vivo… por cierto que no nos han dicho qué ondas con esas medicinas y a lo mejor se las tiene que tomar… –El profesor aguzó su atención e iniciaba una serie de cuestionamientos para sus adentros, esuchando atentamente lo que se decía y con un fuerte dolor de cabeza.

–¡En la madre, tienes razón…! Pues no nos queda más que preguntarle… –A punto de decir un nombre el otro le hace la seña para que se calle, cuando se abre una puerta y dejan entra el sopor del calor, la pestilencia y unos pasos firmes, a quienes el chaparro pateador le dirige la cuestión que le inquieta.

–¿Oye, no sabes si le tenemos que dar algunas medicinas o algo así, porque ha estado aquí como muerto el viejo éste.

Con señas les hace ver que se callen, que él y el otro; un flaco alto de cabello extremadamente lacio y descuidado, se saldrían y que el chaparro se tape el rostro y le pregunte, quitándole la capucha mostrándole la sempiterna bolsita del Mario Consuelo, que era la único que le acompañaba hasta su cautiverio.

–¿Seguro? –Pregunta el chaparrito botijón- Pero también tiene que comer… –Salen los dos centinelas, se siente de nuevo el calor y el tufo, mientras el ruidito molesto continúa a lo lejos y el cautivo profesor cuida muy bien saber qué y cómo dicen para entender qué es lo que está pasando, aterrado de miedo como nunca en su vida.

Así que le quita la capucha que él se pone de inmediato y hace incorporar a Mario Consuelo, para mostrarle la bolsita –“mariconera” le decían en la escuela- en donde están todas sus medicinas, así que con calma enfermiza Mario Consuelo le explica a duras penas al chaparro panzón el orden de sus pastillas y la necesidad de tomarlas a sus horas. Luego hace una voz chillona para implorar:

–Me las tengo que tomar a tiempo porque de no hacerlo puedo desfallecer y morir… ahora ya tengo los primero síntomas de que estoy al límite y creo que ya no tengo remedio…

El cérdico custodio, no le puede mostrar su asombro por tener el rostro cubierto, mientras Mario Consuelo hace una serie de movimientos estertores y hablando con un hilito de voz que cada vez se apaga más, a duras penas se puede mantener sentado mostrando estar a punto de desfallecer, empieza a temblar con más fuerza, lo que obliga a su captor a salir corriendo del cuartucho.

No bien acaba de salir, cuando se quita la capucha para hablarles en secreto y todo con los gestos y caras de terror de alguien realmente asustado, pero por más intentos que hace la voz no le sale, mientras los otros dos con evidente muestra de lo fuerte que se siente el calor, le apuran a hablar, pero el gordo sigue sin poder hacerlo.

Su rostro moreno se le ve pálido, los labios resecos y cenizos dan muestras del nivel de impacto para sus ánimos, sobre todo sabiendo que le había propinado sendas patadas al cautivo profesor, que ya ha iniciado una serie de gemidos lastimeros y hasta los pocos cantos de las aves que se alcanzaban a oír a lo lejos se callan y sólo permanece el chirrido de la geotérmica.

–¿Qué diablas pasa, vas hablar o no?

Le exige el guardia que ha permanecido fuera del cuarto, mientras el flaco le extiende un vaso con refresco, que toma el gordo y se lo empina, quien sigue haciendo esfuerzos por alcanzar aire para respirar. Una vez que se bebe el contenido de un jalón, alcanza a decir muy a fuerzas, que está terriblemente asustado porque el profesor se está muriendo y que no durará mucho.

–Es que no nos dijeron que teníamos que tener cuidado con sus medicamentos y como ya es un viejo, pos es un riesgo muy grande y nosotros no podemos pagar por un error… resulta que no le dimos sus medicamentos y se la pasó muchísimo tiempo inconsciente sin las medicinas y ahora está ahí temblando, sudando, quejándose… –El flaco de nuevo le da más refresco en el vaso y el gordo lo apura para continuar con el descargo de su conciencia-... Me dijo que ya es muy tarde y que está en las últimas, como le dijeron los médicos del asilo…

–¡Es que nadie nos dijo nada sobre esto y estamos metidos en un brete si se nos muere el piche viejo éste…

Apuró a decir el caponero, que busca en los ojos de sus dos compinches el apoyo a su dicho, quienes le responden con una mirada de miedo y conmiseración justificatorios hacia sus patrones ausentes, pero como poniéndose de acuerdo en lo que dirán a su favor, mientras el sudor les corre en sus enrojecidos rostros, el caponero saca uno cigarrillo, cuando los otros dos se lanzar sobre la cajetilla que no logra ser introducida en el bolsillo, lo enciende tembloroso teniendo que hacerse más evidente al obligarse a pasarles la lumbre a los otros, haciéndose un silencio sepulcral por unos segundos largos.

Repentinamente el silencio es rasgado por un terrible gemido del cautivo, que les hace cimbrarse de pies a cabeza y no hayan qué hacer, en el cuarto que alguna vez fue una salita de estar de la casita ejidal hacia donde está le puerta del cuarto del cautivo y de donde sale el ruido de dolor. Se encaminan hacia fuera, luego se regresan, se tiran miradas, sin saber qué hacer y apuran los cigarrillos, el gordo que ni fuma, tose pero no deja el cigarro que casi le quema los dedos.

–¡Vamos a verlo y si nos damos cuenta de que ya se lo llevó la chingada, nos largamos a avisar que ya piró el cabrón…

Luego inician una especie de danza de “primero tú, mejor no, te toca…” y así, luego se retiran como queriendo ganar la puerta de la salida otra vez, para arremolinarse a la entrada del cuarto donde los gemidos han cesado, hasta que el caponero armándose de valentía abre la puerta y el flaco que ha estado más tranquilo de los tres, le toma del brazo y le da un jalón hacia fuera.

­–¡No seas pendejo, ponte la capucha, por cualquier cosa no nos vaya a reconocer…!

–¡Ah cabrón y dónde está una…!

–¡La traes en la bolsa del pantalón…!

Temblorosos los tres toman su capucha y al instante se la colocan, abren ahora si la puerta y un poco encandilados por la fuerte luminosidad del sol en la casa ante la penumbra del cuartucho, alcanzan a ver un espectáculo que nunca esperaron, al darse cuenta del estado del cautivo profesor jubilado, pero para poder verlo bien, el flaco se adelanta hacia la única ventana y mueve un cartón para que entre un poco de luz, el mosquerío se mueve con alegría en hediondo ambiente.

La pestilencia invade sus narices como si fuera un garrotazo en la cabeza que casi los hace azotar, conjugado por el intenso calor y el susto que están padeciendo, más aún cuando ven al profesor tirado cuan largo es, casi inmóvil y con espuma en la boca, una espuma como de perro rabioso, al parecer se ha mojado de orines y les parece que de otras cosas también.

–¡En la madre, éste güey ya se cuitió…!

Grita el caponero, desconsolado mientras los otros dos no atinan a hacer o decir nada, que no sea mugidos y ruidos de admiración, mientras ven el espectáculo horrendo del cuerpo tirado ahí sin dar muestras de vida, con el rosto dibujado con unas horribles ojeras negras y la asquerosa espuma en la boca, como si a ellos les afecta para hablar, hasta que el flaco dijo para levantarles el ánimo.

–Ya ven porqué le dicen el viejo gran danés –Al notar la mirada inquisitiva de sus compinches, continuó-; Porque está grandote con las patas largas y todo arrugado, como se ponen los perros gran danés cuando está viejos…

Intenta soltar una carcajada por su broma, pero no le sale ni un sonido y los ojos de los otros se posan en él en forma de reclamo, en ése momento se escucha la descarga del sonido que hacen los camiones de carga cuando usan el freno de motor, lo que les hace volver en sí del sopor que produce el miedo y los tres vuelven a verse, de nuevo el freno de motor lanza otra descarga pedorrera y salen en tropel del lugar.

Fuera de la casa, les espera una panel vieja y destartalada que evita levantar sospechas porque es acorde a los carromatos que se ven por el lugar, los tres toman las cosas que llevaron, eso sí con el mayor de los cuidados para no dejar huella alguna, para treparse al vehículo y salir con mucha calma, que no la tienen para sus adentros. Luego de una media hora de andar casi sin rumbo, se detienen a la vera del camino bajo unos árboles y ahí siguieron mucho tiempo sin atinar a decir nada.

–¿Qué vamos a hacer, qué vamos a decir…? –A duras penas atina a preguntar el gordo, sin recibir tan siquiera una mirada como respuesta-. Creo que lo único que podemos decir es sólo la verdad, no es nuestra culpa que se muriera el viejo ése…

Así pasa mucho tiempo y siguen ahí fumando y bebiendo agua y refrescos de los que traen en un par de hileras grandes de plástico, pero ni el hielo les refresca la garganta, pero tampoco les da paz y sosiego a su intranquilidad, porque no saben qué hacer y no atinan a nada, pero tampoco dicen algo, cuando menos para descargar sus pesares.

En eso están cuando suena el radio del caponero y es entonces cuando el alma se les cae hasta los suelos, desde que llegaron al lugar no les había molestado el canto apabullante que los pájaros hacen por las tardes, como en ése momento porque tendrían que dar explicaciones que saben que pueden dar pero cuyas consecuencias podrían ser mortales para ellos que ni siquiera saben en qué están metidos y el canto alegre de las aves les agrede sus sentimientos.

Por fin contestó el caponero y luego de dar una serie de rodeos a la voz que sólo él escucha, narra cómo habían ocurrido los hechos, luego de dar una serie de disculpas del porqué abandonaron el cuerpo y el lugar, hace la temeraria propuesta a manera de valentía para dejar claro que quiere hacer la cosas bien.

–Si quiere patrón, regresamos al lugar y pos, recogemos al muertito…-

Luego de un larguísimo; si señor, no señor, lo que usted diga señor, cómo no señor, la tensión no baja mucho de sus caras, porque el hablador los mantiene tensos y no les da tan siquiera una mirada de conmiseración para sus pesares, pero tampoco nada que se los agravara, porque una muerte ya les pesaba en sus conciencias.

II

A partir de la tarde en que desaparece el profesor Mario Consuelo, se inicia el desfile de policías ministeriales, ya que el caso es tomado por varios políticos, al estilo deteriorado de acercarse buscando cualquier pretexto hacia los reflectores de los medios de comunicación, no faltan las declaraciones para aprovechar el incidente y exigir “que se esclarezcan los lamentables hechos de la desaparición de tan insigne personalidad de la educación”, declara uno de ellos.

Las indagatorias desde el primer momento se vienen sobre todos y cada uno de los nuestros en el asilo, ya nos preguntan una y mil veces sobre nuestra versión de los hechos, la que más lástima da a todos es Juanita, que en poco tiempo le ha tomado gran estima al viejo Mario Consuelo y ora le llora, ora se sale y ora se encamina hacia el refugio que permanece acordonado no importa el clima que esté haciendo, luego se regresa derrotada y no haya su lugar, por ello noto que se ha convertido en una fuente muy importante de ,información para los investigadores.

Ante la insistencia insidiosa de un político del partido que dice representar al magisterio como diputado local, llega al quinto día hasta nosotros Gumersinda Arroyo, subprocurador de justicia junto a un séquito de agentes investigadores, con quienes iniciamos una larguísima charla con apariencia de informalidad en la sala de juntas de la casa hogar que ha durado casi media jornada con todos los integrantes del centro a quienes repartimos hojas, lápices y fólders, al terminar la charla en la que hablamos todos les invitamos a quedarse a comer con nosotros y en el transcurso de la comida continuar con algunas inquietudes, luego de darles una explicación de los procesos de alimentación, se inicia el servicio en un ambiente de tirantez.

La jefe de investigadores Arroyo, se sienta de espaldas a los ventanales, frente a ella Rosita Arenas, Aidé Fontana, Rafael Gómez el jefe de guardias del asilo en turno conmigo en el extremo derecho de la mesa, los seis agentes con los otros asistentes nuestros al otro extremo y mientras nos van sirviendo el silencio aumenta hasta imperar y pesar sobre nuestros ánimos, sólo se escuchan los pájaros que nunca se callan a pesar de ser pasado el mediodía, la música ambiental suave siempre de fondo y el ruido de los cubiertos, lo cual incrementa la fuerza del silencio.

Mientras tanto en la mente de todos pulula la imagen y las andanzas del viejo docente Mario Consuelo entre quienes habíamos tenido algún tipo de contacto con él, sin decir nada toda nuestra atención está tan fija como la mira de un rifle de cazador en cada uno de los movimientos de la jefe de investigadores, pero ella sólo aparenta candidez y amabilidad, pero sin decir algo que nos dé algún indicio o cuando menos que nos libere de toda responsabilidad, hasta que por fin después sorteada la desesperación se escucha su voz y ahora sí; todos atentos.

–Profesor, es un bonito lugar aquí, hicieron un buen trabajo para una casa de descanso, veo que muchos de los familiares de los ancianitos se pasan felices los fines de semana con los viejitos, que tienen aquí donde acampar, donde hospedarse para convivir… realmente es muy agradable…

Así sigue hablando de las grandes bondades del asilo, destaca todas las lindezas y nos hace ver muy fácil toda la estrategia de mercadotecnia que tantas horas de trabajo nos costó diseñar y ella lo decía tan claro, que hasta llego a sentir que ella y no nosotros diseñó el negocio. Así que le buena educación nos obliga a seguir las palabras de la abogada del estado, luego viene el momento de decir; provecho y dedicarse a degustar lo alimentos prolongando más la espera de algún comentario sobre las investigaciones que no dijera algo y no seguir en ascuas.

–Sé que están desesperados por escuchar algunas consideraciones, pero quiero pedirles que permanezcan muy atentos, porque esto es muy delicado y debemos tener absoluta discreción respecto a lo que les voy a decir…

Así nuestras orejas se aguzan para no perder una sola palabra; se inicia la lista, las líneas de investigación y más que ello, los personajes sospechosos del secuestro o lo peor; el posible asesinato del profesor, donde sin decirlo directamente estamos todos inmersos porque siempre hay algo escondido que puede ser elemento de investigación y así lo empezamos a sentir cada uno porque nuestras miradas se encuentran, chocan, se rehúyen, buscan de dónde asirse para no soltar una mirada que se preste al sospechosismo, como se dicen en el argot politiquero o cuando menos no vernos indolentes ante una tragedia.

Así la desconfianza empezó a volar como ave de mal agüero sobre las auras de algunos de los personajes, levantando incluso tapas de ataúdes carcomidos por el olvido, investigando documentos amarillentos y apolillados de dudosa legalidad y procedencia, levantamiento y reconocimiento, muchas propiedades y bienes, salieron a relucir los títulos, certificados, constancias, diplomas y tantos documentos que se expidió para estafar al Estado con currículas engordadas con preparaciones apócrifas a tantos profesores y sobre todo a varios políticos.

Unos instantes antes, apurábamos alguna bebida saboreando aún con fruición o comiendo con agrado pero a prisa por la desesperanza, ahora nada de eso; todo se detuvo para escuchar con detenimiento y sin hacer un solo ruido, hasta la música ambiental es interrumpida afortunadamente, aún cuando la voz de Gumersinda Arroyo, es clara y fuerte, pero también el no perdernos cada movimiento y gesto, mientras ella se da tiempo de tomarse un sorbo de café y con maestría usar el tenedor y saborear el riquísimo pastel de tapioca.

La sombra de la sospecha también revolotea sobre nombres relacionados con plazas en el sistema educativo, funcionarios públicos que guardan para sí plazas docentes como cheques al portador, muchos comisionados sindicales prófugos del aula de clase, los miembros de la fuerza aérea laboral como lo son aquellos que cobran sin trabajar, pero también aquellos que ya jubilados obtienen jugosos contratos, muchos más compradores de plazas y toda aquella ralea que prendida de la ubre presupuestal, hace hasta lo imposible por vivir del erario público.

Luego viene el batir de las alas tenebrosas de la candidatura a ser investigados criminalmente sobre nombres concretos y directos, que da alegría de sólo escucharlos y así pronuncia con una hermosa voz, hasta ahora reparo que la subprocurador de justicia tiene un hermoso timbre y hasta la veo muy atractiva, sobre todo cuando menciona a Guillermito Ribicundo Valero Salmón –así se llama y me tardo en entender que es el nefasto Guillermín-, hasta ahora entiendo lo de “Guillermín” y las razones; despojo, hurto, secuestro de persona, alteración de documentos, falsificación, desfalco y demás notas que hacen que mi corazón baile al ritmo más cadencioso y dulce que es el de la alegría porque alguien pague por el daño que ha hecho.

Menciona el Nombre de Francisco Ojeda Ojada, quien fuera muy maltratado por Mario Consuelo y su clan que también le apodamos en su momento como el “trinchador” porque estaba repleto de puñales, tenedores y cucharas, pero en la lista estamos todos los contrarios o llamados “grillos”, por estar en contra de la política dictatorial de Mario Consuelo, como Ricardo Flores entre tantos otros. Aparece Jaime Mesero Vinagre como el principal vendedor de plazas, junto a otros nombres como operadores de un diputado exdirigente del gremio y todos sus parientes involucrados en la universidad.

Figura también Amadeo San Ramón, el hijo putativo de Mario Consuelo en la misma lista de “sospechadurías” donde aparece Guillermín y como cómplice principal de éste ya que al parecer –dice la hermosa subprocurador-, fue quien ayudó a conseguir documentos falsos de identidad mexicana al surtidor presuntamente sudamericano, lo que le valió la paternidad de Mario Consuelo. Es ahí donde descubro cuan equivocado estoy en mi concepto de los investigación criminal en México, ya que los siento muy avanzados para llevar a penas cinco días en el caso.

De tal suerte que, conforme va mencionado la ahora dulce voz nombres, situaciones, sucesos, “áreas de oportunidad para la mejora” en la investigación criminal en el caso de la desaparición del exdirector universitario, aparece Leonardo Dávila Chi, el subdirector académico sin estudios ni preparación, pero muy socorrido por ser surtidor del clan y posterior merecedor, luego aparece uno de los grandes delincuentes Raúl “el Ruly” López López y López, más que nada por ser un comprobado extorsionador, sospechoso de haber cobrado varios cheques sin trabajar. Una sonrisa malévola se me viene en forma incontenible porque él nunca ha trabajado en nada.

A decir de la abogada oficial, que nos tiene anonadados con la mención de tan enorme cantidad de personajes, muchos de los cuales desconocidos por nosotros, pero que aparecen en la abultada y escondida nómina, en la que están también centenas y sólo trabajamos decenas, pero lo mismo saca a relucir lo que nunca esperé; la otra nómina, la no oficial o conocida como la nómina de contratos, ésa que siempre tuvieron muy encubierta para que no supiéramos entre quiénes se repartían los recursos de ingreso propio. Una vez dados a conocer los nombres, la subprocurador se pone de pie, nos vuelve a dirigir la palabra.

–Es conveniente decirles de nuevo que de ninguna manera debemos de confiarle éste información a nadie, porque ello pudiere provocar algunos conflictos para la acción de la justicia, sé que no puedo estarlos cuidando para que no lo hagan, pero hago un llamado a su conciencia…

Luego nos da las gracias y sale de inmediato como si la prisa se le hubiera venido encima o cuando menos tal cual si acabara de recordar un evento importante, la acompaño atropelladamente hasta su auto y sin detener su rápida salida, le alcanzo a agradecer la confianza de todo lo que nos ha dicho casi en lo íntimo, pero le reclamo con mucho cuidado el que haya soltado tal cantidad de información aún sabiendo que puede prestarse a la indiscreción de los ahí presentes. Sin embargo de manera caústica me contesta volteando a verme como despedida.

–Profesor lo hice con una sola finalidad; quien está involucrado de quienes aquí laboran no tardará en llevarnos hacia sus cómplices… –Me dejó helado y arrancó levantando polvareda tan espesa como mis dudas.

III

La sala de conferencias del gobernador del Estado, pieza que esconde en ése artificial aroma, un terrible humor soterrado a corrupción, un hedor a desfalco desenfrenado y una pestilencia a traición, porque algo no encaja y molesta al olfato, lugar donde más que arreglar asuntos en acuerdos y negociaciones del alta política se dictan disposiciones sin ton ni son, pero sólo aquellas que vienen a cuidar mezquinos intereses del ejecutivo, ya casi con las patitas fuera del poder y de sus antecesores del mismo conservador y clerical partido.

La sala permanece en silencio, hasta que se abre la puerta de visitantes para dar paso a la presencia de la subprocurador Gumercinda Arroyo, un hombre y una mujer como sus asistentes, se instalan cómodamente en el lado derecho, acomodan sus carpetas que sacan cuidadosamente de sus portafolios casi sincronizados. Momento en el que entra el procurador de justicia Marco Antonio Moreno Arenas con dos hombres asistentes. Para ubicarse en el lado izquierdo, los asistentes instalan ceremoniosos las cosas al jefe y se retiran, instante en el que entra Adrian Altamira Aceves, secretario de Seguridad Pública solo con su carpeta en la mano instalándose junto al procurador luego de saludar de mano a todos los asistentes sin distinción, lapso en el que entra el desgarbado Juan Antillón Páez, secretario de educación.

Período en que se abre la puerta del ejecutivo y sale un asistente que es quien acciona para dar paso al obeso mandatario, que a duras penas mueve su tonélico cuerpo, quien trae unos ojillos entre las ojeras que parecen ranuras, se le aprecia decrépito a pesar de su cincuentez, luce la cabeza con unos cuantos pelos lamidos hacia atrás, metido a la fuerza en una guayabera blanca y un pantalón gris, sin saludar a ninguno de sus lacayos, como les llama en corto a todos sus colaboradores, suelta un gruñido porcinesco como queja.

–Que bueno que son puntuales, espero que tengan algo interesante que justifiquen la interrupción de mi siesta, antes de salir con los mugrosos del valle a perder el tiempo y con éste pinche calorón…

Los colaboradores acostumbrados a guardarse la dignidad en cualquier lado aunque sea un cajón de archivero o ya de perdida en alguna bolsa alejada de la cartera y, como dijera muchas veces Adrian Altamira Aceves, ahí presente y callado como una tumba –Lo que hay que hacer para tragar; morderse uno y acariciarse el otro-, ante las ofensivas embestidas del cérdico ejecutivo. Ni siquiera voltearon a verse, porque ello le ofendería al jamónico gobernador, quien no esperó mucho para volver a berrear su ya clásica inseguridad.

–Vamos a ver ¿qué pasa con ése joto que anda perdido? Porque ya me tiene harto el diputadillo Carrasco, estoy enfadado con sus mariconadas y reclamos, que ya parece que lo quiere hacer parecer un héroe, a lo mejor es marica también.

–Señor Gobernador, lo que sucede es que hay varia líneas de investigación que hemos…

–¡Al grano licenciada, al grano discúlpeme, pero deje sus tecnicismos legaloides y vamos al asunto dígame en plata cuál es la situación…

En eso empezaron a sonar los acordes de una canción con uno de esos remedos de banda sinaloense afuera del palacio de gobierno, producto de un plantón de activistas que reclaman mayor investigación sobre personas desaparecidas y víctimas del clima delincuencial que se abate sobre la población del país, entre los que figura ahora también el docente Mario Consuelo Real Toscano, que es quien les ocupa.

–Pues resulta señor Gobernador que el profesor Mario Consuelo…

–¿A poco así se llama? Creí que era broma lo de “mariconsuelo” –Y soltó una carcajada estertórea que obligó a los asistentes a esbozar una sonrisa nerviosa, para no ofender el repentino esbozo de buen humor del mandatario estatal. Mientras la subprocurador Gumersinda Arroyo, continuó con aparente buen agrado.

–Lo cierto es que desapareció, de un asilo privado y, no hemos podido lograr pistas para dar con su paradero, sin embargo sí hemos encontrado un sinnúmero de sospechosos, porque es una persona muy involucrada con una enorme serie de actividades que se prestan a ser investigadas y que por mucho tiempo se han dejado de lado, que van señor gobernador, desde las prácticas sexuales que no tienen ya anda de malo, pero si lo relacionado con práctica de brujería y vudú, asesinatos, trata con delincuentes, incluso de personas, un persistente fraude a las arcas públicas, pero todo ello con un entramado de intereses muy peligrosos…

Todos los asistentes guardan un sepulcral silencio ante las palabras pausadas y tranquilas de la jefe de investigadores en la zona, incluyendo al tocínico gobernante, para ello el asistente portero del gobernador se encaminó hacia el balcón donde está la campana de la Independencia, desde el cual se da el grito de Dolores cada 16 de septiembre, cierra la entreabierta puerta corrediza y ello apaga el ruido del exterior y en especial el sonsonete de banda con su berreador cantante.

–Hemos entrevistado a muchísima gente y puesto en entredicho a muchos más, sobre todo los colaboradores últimos del profesor y… -Toma aire con aíre de un suspiro triunfalista, la guapa subprocurador, para continuar.- Creo que esto le puede dar mucho gusto señor Gobernador; muchos de ellos involucrados con el diputado Fedronio Carrasco Herrera…

–¡Esto se pone interesante licenciada, me gusta, me gusta! ¿Cree que me lo puedo quitar de encima muy pronto? –Mugió chicharronesco de nuevo el mandatario.

–¡Claro que se los quitaremos de encima señor Gobernador, sólo es cuestión de que tenga la voluntad para ello…! –Dijo apurado desde su ostracismo el procurador Marco Antonio Moreno Arenas.

–No te andes por la ramas Marquitos y suéltalo, que no se trata de voluntad sino de partirle en su madre a ése cabrón pendejo, que maldita sea la hora en que el partido tuvo que aliarse a los sinvergüenzas mantenidos de los maestros ¡Pinche gentecita!

–Me parece muy bien, pero prefiero primero que escuchemos a la licenciada Arroyo, adelante. –Ordena el procurador a su subalterna, por su parte el gobernante cuerpo de longaniza se va enderezado atento.

–Pues bien; hemos encontrado a un sinnúmero de involucrados en diversos tiempos y le hacemos una versión rápida y cronológica de lo que llevamos hasta el día de hoy. –Todos los asistentes se acomodan igual que el mandatario en sus asientos, con pluma en la mano para hacer anotaciones, mientras la voz pausada de Arroyo los involucra en una especie de esbozo biográfico.

–Resulta que el profesor como homosexual que es… o fue, anduvo en los antros cuando eran mucho más discriminados que ahora, se llegó a vestir de mujer –la Cleopatra le decían- y participar en algunas presentaciones en aquellas cantinas especiales que había. Han de saber que fue en realidad un hombre muy hermoso que las mujeres que lo conocimos en sus buenos tiempos de juventud nos derretíamos por él, pero ¡Oh desilusión!

Por esos ayeres los homosexuales no se podían involucrar nada con carreras de otro tipo que no fueran las educativas, artísticas y culturales, donde los afeminados que se les notaba a leguas sus tendencias no tenían problemas, así que tuvo que entrar a la normal para ser profesor de primaria, así llegó al magisterio y con ello se involucró con grupos de sus tendencias sexuales muy ligadas al magisterio.

Tenemos entendido por varios testimonios que estuvo involucrado en el sanguinario, cruel y Brutal asesinato del profesor Julián Haros allá a finales de los setentas, donde nunca se concluyó con las investigaciones, pero que ahora después de tanto tiempo han salido a relucir incluso algunos enconos, venganzas y hasta intereses que aún no nos quedan claros…

–¡Hay que llegar hasta donde se pueda, quiero taparle el hocico a todos, sobre todo ahora que nos vamos! –Chilló el mandatario desde su cuerpo de marrano con energía, para dar su total anuencia a los asistentes.

–Muy bien señor Gobernador. Pues resulta que se adentró en el magisterio y mantuvo un grupo muy compacto en su derredor, entre los que destacaron personajes como Hernán Herrera, quien no sólo lo acompañó como socio en una escuela particular que hicieron, sino en algunos otros negocios, pero en especial fue quien siempre lo asentó y no lo dejaba que se involucrara en asuntos de corrupción, lo mismo pasó con una supuesta pariente que al parecer era muy cercana pero no ha quedado claro, porque es una persona que le ayudó mucho a él, pero fueron los buenos, que cuando se deshizo de ellos cayó en la más vil de las corrupciones.

–¡Señor Gobernador, es que…!

–¡Cállate Javi, si hubieras hecho tu trabajo no estaríamos metidos en este embrollo, sígale licenciada…! –Le grita con jamónica voz el gobernador al pusilánime secretario de educación, quien sólo se puso rojo, vuelve a su carita compungida y a la cabizbaja actitud de siempre.

Al retomar el hilo del la especie de biografía, surgen nombres de los grupos denominados sospechosos de homosexualismo, en donde por mucho que se dijera Mario Consuelo encabezaba, salen a relucir cómo hizo para que un pichurriento centro de capacitación para la docencia pudiera ser operado y reconocido como universidad, la que nunca ha existido de forma orgánica sólo en documentos, de cómo entraban cantidades dinero que nunca reportaban porque se manejaban al margen del escrutinio y fiscalización de las finanzas estatales.

Corren los nombres de aquellos involucrados en el reparto de los dineros, la venta de constancias, diplomas, certificados y títulos que iban a parar en las oficinas de escalafón en los distintos niveles educativos, cuyos titulares se van nombrando, cómo muchos profesores sin capacitación, sin nivel educativo, sin haber cursado un solo día en clases, tenían los grandes reconocimientos y hasta hoy siguen cobrándole al Estado categorías que nunca tuvieron, ahora ya jubilados.

Así mimo aparecieron cantidades de cursos, talleres, diplomados, maestrías y hasta doctorados ficticios, la mayoría sin autorización, que les produjeron enorme cantidades de dinero, desfalcaron gente en todo el sistema las que luego involucraron en la venta de plazas y así nunca los demandaron, pero tampoco por la ausencia de castigo a quienes defraudan al Estado.

–Y aquí viene lo importante señor Gboernador… –Se abrieron las rendijas por donde tiene los ojos el ejecutivo, en medio de aquellas tortas oscuras llamadas ojeras.

–Resulta señor gobernador y aquí le entrego documentos, que el tal diputado ése que es un dolor de cabeza, ya ve usted que se ostenta con el título de doctor, pues la mayoría de sus documentos son apócrifos, porque provienen de instituciones de muy mala reputación como la universidad para docentes de Mario Consuelo y, aquí están la pruebas que fácilmente pueden ser publicadas.

Para ello el señor Procurador le hace entrega una carpeta especial para usted, en donde hay una copia completa del expediente detallado del ahora diputado Fedronio Carrasco Herrera, que es sin duda alguna uno de los más importantes sospechosos en el caso de desaparición del profesor Real Toscano, porque no sólo él recibió documentos apócrifos para justificar los estudios que no tienen, sino que a la mayoría de su mafioso gabinete como dirigente les fueron entregados este tipo de documentación.

Por si fuera poco, señor gobernador; ése grupo del diputado se ha eternizado en el manejo y operación de la dotación de plazas de todo tipo en el sistema educativo, en donde están también algunos sospechosos de querer callar a Mario Consuelo porque ello afectaría a muchísimos, incluyendo a varios funcionarios que hoy están en la administración pública. –En eso voltea el gobernador con una mirada inquisitiva hacia Juan Antillón Páez.

–¡No lo sabía y no soy de esos…!

–¡No tienes que jurármelo Juanito, ya sé que no sabes nada y ya sé que eres de los otros…! –Con una sonrisa diabólica, mueve la cabeza en señal de negación, para proseguir con una de sus indicaciones.

–Ahora entiendo a ése desgraciado del periodista que ya tiene tiempo chingándome con sus reclamos, ya lo conocen de sobra, pero lo que no puedo entender Juanito el porqué chingado no te has puesto a trabajar… –Hace un pausa y a duras penas se levanta de su asiento, lentamente le da unas vueltas a la mesa, hasta detenerse un momento ante el balcón para ver hacia el edificio del Congreso que le queda muy a la vista, se regresa, para gritar.

–Y ahí se la llevaba el cabrón, ahí en el congreso. Pues bien, los cité a todos ustedes, porque tienen que trabajar todos juntos con los de contraloría, finanzas, oficialía y la general, para sacar toda la mugre y caiga quien caiga; tenemos que ajustarle las cuentas a tanto cabrón sinvergüenza. Pero éste pinche diputadete me las va a pagar todas juntas y de éste cabrón me encargo yo… va implorar que lo reciba y me lo voy a chingar, para ello tengo en la bolsa al mero dueño del congreso que ya saben quién es y las armas que porta… ¡Puro pinche puñal…!

Y soltó la carcajada más alegre que pudiera tener, dando por terminada la reunión.

IV

Mientras las autoridades hacían su trabajo, en el asilo no habíamos recuperado la dinámica que llevábamos desde los inicios y que tanto orgullo nos había llevado, porque cada acción había sido un éxito. Así que una tarde de viernes en la reunión de fin de mes con el equipo de trabajo, una vez tomado los acuerdos y concluido todo, nos quedamos en la mesa de la sala de juntas, sin movernos, cuando otras veces antes de concluir ya las nalgas buscaban emanciparse del asiento, pero ahora no, cuando ni siquiera los grillo cantaran su letanía.

María Teresa Mejía una de las enfermeras nocturnas, acudió solícita en silencio a servirnos café y surtir las charolas bontaneras que permanecía en la mesa con unas galletitas de avena con canela ya tradicionales en nuestra corta vida, unos tomamos algunas a destiempo y nadie se atrevía a decir nada, sólo que ir haciendo cualquier cosa para que los demás tuvieran en qué entretener la vista y su permanencia ahí, como que en todos había algo qué decir, pero mucho más qué contenerse, hasta que todas las miradas se recargaron en los manuda figura de doña Juanita Sánchez Alvírez.

Al sentir la presión de las miradas, ella soltó ésas lágrimas contenidas para dejarlas fluir frente a todos nosotros en confianza, en ésa fraternidad que nos une, porque su pesar lo sabemos todos y sin decirle cosa alguna liberó las palabras nada forzadas por un interrogatorio ni nada parecido, en su voz firme y clara se nos metió a la conciencia de inmediato.

–Hace tanto tiempo que no me sentía así como lo estoy hoy y más aquí frente a tanta gente tan querida sí, que en tan poco tiempo he aprendido a querer porque me han demostrado que más que un equipo; somos una verdadera familia. Pero lo que nunca pensé es en encariñarme con ninguno de los inquilinos y ahora no podría estar sin alguno de nuestros viejitos, pero tampoco sin ustedes… –Sorbió un buche de café, buscando disimular sus lágrimas, aún cuando ya le cubrían el rostro, su bello rostro, que hasta entonces reparé en lo bella que es Juanita.

–Siempre he sido muy aprehensiva y no sé como soportar que una persona que aprendes a querer desparezca así como así, ahora más; que se vaya porque se tiene que ir, pues ni modo; hay que dejarlo ir, pero cuando no sabes ni qué, ahí es donde no lo puedo soportar porque siempre he vivido con ése terrible temor desde pequeña, como el terror de ser enterrada viva…

Cuando se nos hacía que soltaría el llanto, más parece que tomó fuerzas con largo suspiro para continuar. Los demás no volteábamos a vernos porque sabíamos de antemano que estábamos igual que juanita, con la cara escurriendo por sentimientos encontrados, el mío en especial era que todos parecíamos encorbatados, porque con un nudo tan apretado en la garganta que casi no podíamos respirar, así que permanecíamos muy derechitos y viendo a Juanita.

–En toda mi vida muchas personas se han ido y las he acompañado hasta donde he podido, he justificado su partida, he entendido cuando no ha sido posible retenerles, pero ahora con lo del profesor Consuelo, no acabo de entenderlo, sé que no era una perita en dulce, pero no creo que sea nada bueno lo que le ha pasado, porque también sé que no es nada bueno y porque él me lo dijo, que no le gustaba nada lo que estaba pasando, sobre todo cuando usted profesor se lo trajo –Dijo al verme directo a los ojos–, porque sabía que cuando lo rescató que se vendrían muchos conflictos…

–¿Conflictos…? –Preguntó una voz que no supe de qué garganta salió.

–Sí conflictos, porque antes no se investigaba nada, ni por nadie y ellos, me dijo hicieron sinvergüenzada y media, pero que al parecer ya se estaban iniciando algunas indagaciones respecto a la fuga de dinero en el gobierno, sobre todo ahora que viene uno nuevo, al que le tienen mucho miedo, porque éstos que están ahora han perdido todo.

–¿Pero a qué te refieres Juanita, porque muchos de nosotros no sabemos nada del profesor ése, sólo que era un viejo…? –¿Joto…? –Apuró la voz del jefe de guardias, para luego pedir perdón con algunas señas por su atrevimiento.

–Sí, un viejo joto… –Soltó el llanto Juanita, pero sin dejar su discurso. –No están para saber la verdad, no yo para contarlo, pero me acerqué tanto a Mario Consuelo, porque lo mismo le pasó a un pariente muy cercano y cuando él me platicaba de sus andanzas hacían que me acordara tanto de Eloy, porque así se llamaba ¡Ya se imaginarán cómo se burlaban de él todos en el pueblo! –Volvió a su tasa de café.

–Pero a diferencia de Eloy, el profe tuvo mucho poder en sus manos, me dijo que manejó mucho dinero, dinero que no era de él, pero que lo hizo porque sus ¿cómo dijo…? Que sus apetitos eran muchos y es hasta ahora que entiendo a mi tío Eloy ¡Pobrecito, cómo debe haber sufrido! Porque más allá de que se enamoró, me confió que nunca fue realmente correspondido o cuando menos nunca se dio por enterado en su momento.

Ya que para pagarse sus estudios en la normal, luego de haber sido corrido de su casa por la vergüenza que les dio a su familia por ser jotito, tuvo que acudir a los centros de espectáculos en donde se vestía de mujer y como era muy atractivo, no sólo tenía problemas por sus tendencias con los hombres, sino que también con las mujeres a las que se les antojaba porque era en verdad muy hermoso. Aunque siempre reconoció que los jotos tenían una mafia en la educación.

Me dijo que lo involucraron en un asesinato muy feo de un profesor, que nada más por ser así igual que él, pero que en realidad nada tuvo que ver en eso, aún cuando me ha dicho que todas las circunstancias le culpaban en aquel tiempo, pero no le entendí muy bien lo que ahí pasó, pero creo que sólo fue una pesquisa a todos los homosexuales de su tiempo y que como la ciudad estaba muy chica, pues hicieron redadas de muchos de ellos y eso le valió para quedar libre, aunque para ése tiempo ya tenía algo de poder en el gobierno.

Me dijo que gracias al gran amor que el profesor Hernán Herrera, siempre le profesó y que nunca en realidad lo supo valorar, ya que siempre le abandonaba por otros más jóvenes, aún cuando fue su sostén por años en todo lo que emprendieron juntos, pero que había sido su amor más puro y sincero, lo cual no lo entendió hasta que se fue de la ciudad –creo que a Guadalajara–, donde murió casi en el abandono.

Me confió que hubo muchas personas que le fueron muy fieles y muchas más, como usted –señalándome directamente ante mi incomodidad manifiesta, pues no vaya a decir algo que se mal interpretar– institucionales, pero que nunca supo valorar, ni siquiera a sus propios parientes a los que no solo no ayudó, sino que maltrató aún cuando jugaron un papel muy importante, lo cual lo hizo arrepentirse tanto que era su trauma, pero lo que más le dolía era sin duda alguna el haber traicionado a tanta gente. –Las lágrimas habían desparecido de su cara y Juanita se mostraba nostálgica.

–Ahora el no saber qué le ha pasado y por lo que ha sufrido, me duele mucho porque me confió que hacía muchos años que no se sentía tan contento y a gusto, como se encontraba aquí y tan agradecido con todos. Pero ahora que me han venido a preguntar tantas veces los policías sobre todo lo que me ha dicho, para hacer sus investigaciones, me doy cuenta que puede haber muchos que le querían muerto… Ya sé que ustedes quieren saber nombres, pero soy muy mala para eso, sin embargo les dije todo lo que sé y para eso tengo muy buena memoria todavía.

Me dijo que el principal de todos es el tipo que lo mantuvo materialmente secuestrado en los últimos tiempos, cuando usted lo rescató, junto con un tipo al que quería como si fuera su hijo, un tal Amadeo ya que a él y a sus hijos les dio cuanto pudo, pero que a la hora de la hora, nunca lo hizo de manera formal o jurídica o como se llame, así que a estos indignos les urgía secuestrarlo para que les firmara tantos papeles, tanto de propiedades, como de cuentas bancarias y hasta creo que testamentos.

Otro es un tal Álvaro y del que aquí se enteró que ya había muerto, tal como él ahora había descubierto que le pasaría de no ser rescatado, ya que siempre le ocultaron que murió esquilmado por ése paracito y otros más como un tal Leonardo que creo fue subdirector, el que ni siquiera había estudiado, pero que también tiene un colonón marca chamuco junto con su amasia, con la que le tapaba el ojo al macho, pero que también era del clan de ellos.

Así unos estaban metidos de una y de otra forma, pero que todo está bien guardadito y en manos de la justicia, ya que le entregó a los abogados de aquí, una carta notariada que deberá ser abierta en el momento de su muerte y en éste caso… –Soltó el llanto Juanita como si desde el principio lo hubiera mantenido para éste momento. –Cuando la policía lo declare formalmente muerto, pero que además será una de las venganzas más grandes que jamás espera nadie que se dé.

Así Juanita, nos hizo cantidad de comentarios que sólo avalaban todo lo que nos había dicho, mientras la mayoría permanecíamos sentados con el mismo interés del principio, lo cual iba reafirmando paso a paso nuestras sospechas y cómo se iba incrementando la lista de personajes, como los dirigentes sindicales y funcionarios públicos, que ya había mencionado Gumersinda Arroyo, algunos de los cuales están encumbrados en el poder y que han considerado al sector educativo como su botín político y económico.

V

Los días se sucedían a una velocidad catatónicamente para los que esperábamos alguna noticia buena respecto a la desaparición del viejo profesor Mario Consuelo, al que muchos mataran de manera recurrente a causa del sida durante años, casi desde la aparición del síndrome que originalmente afectó la imagen de los homosexuales, muy en especial por parte de sus más allegados quienes de inmediato se lo atribuían a los contrarios, ésa actividad que comúnmente le llaman grilla o política de los mediocres, que ahora somos quienes esperamos una buena noticia mientras a aquellos, sus incondicionales; se les hace todavía más lento todo en tanto no terminen las pesquisas.

Recuerdo que en sus últimos días de director de la universidad, sucedió que Guillermín siendo representante sindical, al ser cuestionado de forma casual por un simple ¿cómo está el profe Mario Consuelo? Aprovechó e hizo el comentario al profesor Héctor Magaña de pensiones que fue quien cuestionó y, él con su aíre socarrón pero en base a los acuerdos que el propio grupito de homosexuales y surtidores tenían como coto de poder, de desprestigiarlo para que ya se largara siguiendo con la guerra “grilleril” en contra de sus opositores prosiguió, su estrategia.

–El profe está muy malo… –Luego acercó su cara para decirle a Magaña como en secreto a fin que todo mundo le oyera.

–Aquí entre nos y por la confianza que te tengo: Sospechamos que tiene sida… –El docente prófugo del salón de clases en comisión sindical, ni tardo no perezoso y sin tragarse toda la confianza que le depositara el indiscreto docente, de inmediato le preguntó.

–¿Y no estarás contagiado?

Guillermín, se quedó estupefacto dándose perfecta cuenta que había equivocado el rumbo, que eso no le daría más que dividendos a todos aquellos que consideraba sus opositores, donde se afectaban más él mismo y su grupo, también a su protector Mario Consuelo y muy en especial a Fedronio Carrasco Herrera el nuevo diputado y dirigente del magisterio, de quien se hacían tantos rumores, pero en especial ése recalcar constante y machacón de enorme hombría, lo cual tanta presunción permitía alimentar grandes dudas en cuanto a ése supuesta firmeza hormonal, dotes de conquistador y demás, que se venían por los suelos cuando hay un apoyo desmedido e irracional al coto de poder de Mario Consuelo que lo ligaba como una de sus “locas”.

Así que aquello corrió como reguero de pólvora y todo el gremio se enteró de santo y seña sobre las sospechas que ya de gratis se tenían sobre la ahora apodada “univer-sida” para docentes y sus conflictos de identidad sexual, pero además que de inmediato impactó al diputado ante sus compañeros quienes no dudaron en burlase de él, como el representante de las “locas” del magisterio y más aún al ventilarse que una reportera protegida por él, una de tantos llamados “aviadores”, de esos que sólo cobran sin trabajar y conocida lesbiana quien se encargó en engatusar a medio mundo en favor del coto de poder a toda una asociación de periodistas para lavarle la imagen.

Gumersinda Arroyo como jefe de investigadores de la procuraduría de justicia, se ha hecho muy amiga nuestra y con ello me ha permitido participar en muchos de los trabajos de investigación, tanto que hay ocasiones que disfruto mucho su compañía porque me ha enseñado cantidad, amén de que es una persona sumamente inteligente, más allá de lo atractiva y delicadamente femenina, así casi en secreto me pidió que asistiera a los interrogatorios a puerta cerrada que se les harían a todos los involucrados, en las primeras averiguaciones y antes de iniciar un proceso legal.

Es martes posterior a un fin de semana muy largo y un lunes muy agitado, pero que al parecer todo se ha cargado en los lomos el interpelado de la justicia oficial para el primer interrogatorio; ahí está Guillermo Valero Salmón, más conocidos como Guillermín, con su cuerpo abotagado, con ademanes afeminados muy marcados ya, se le nota  algún maquillaje o algo así como residuos de tintes en el cabello, desde que entró se le notaba mucho más lo tartamudo, ya que a decir de uno de los agentes; “Muy valientito, pero ahora está zurrado de miedo”.

–Tienen razón, soy extranjero, nací en Cali. Colombia pero radiqué en Managua, Nicaragua con una familia adoptiva, éste no es mi nombre, todos mis papeles son falsos, pero sé que soy de un movimientos que acordaron gringos y colombianos que le llaman sicarios, que busca introducir a personas en México en éste caso que haga lo que ellos digan para controlar algunas áreas de interés por parte de ellos con muchos beneficios para uno claro... –Dice de una manera fría Guillermo Valero Salmón, el tal Guillermín mote dado por su parecido al personaje de Yolanda Vargas Dulché, de Memín Pingüin, sólo saltaba que lo pintáramos de negro.

–A mi me trajo de Tepic, el profe Mario Consuelo al poco tiempo de introducirme a México por parte de los sicarios, ya que en esos tiempos iban muchos profesores a pasarse muchos veranos ahí, aunque ellos decían que a estudiar. Lo había conocido en Oaxaca una semana antes, cuando me contrató para que tuviera sexo con él y estuve cuatros días ahí, luego me dijo que se iría a Tepic si me quería ir para allá para hacer planes…

Me quedo asombrado con la forma tan fría y plácida de platicarlo todo, después de una larga serie de preguntas en las que lo dijo Guillermín todo sin presión alguna, cuando se le pide que haga narración de los hechos en forma sucinta. Así habló desde su llegada a éstas tierras y el rápido encumbramiento.

–Cuando llegué a Tepic, al primero que me encontré porque fue el primero en “tirarme los perros” fue a Álvaro Herrera Hermosillo, a quién “le hice el favor” también y así estuve por un mes dándoles a los dos, sin saber que se conocían hasta que la “Varita” me invitó a una fiesta y como eso me gustaba porque ahí conseguía mucho dinero. Hasta acá vine a parar y me invitaron a trabajar, pero ellos me consiguieron todos los documentos y cuando menos esperé ya estaba en la normal Fronteriza como alumno, siendo pareja de la “Varita”, porque Mario Consuelo se trajo a Rogelio Juan Carlón Gerardo, porque se parecía a un tal Juan Ramón que murió al poco tiempo de haber iniciado un romance y bueno; él se enamoraba de quien se pareciera a él.

Ahí recordé que allá a mitad de los ochentas fui sustituido por ése tipo, bajo el argumento que el sistema de bachilleres no aceptaba a personas que no tuvieran el grado de licenciatura, así que me fui a estudiar la licenciatura y ya me sabía la historia que el tal Juna Ramón en realidad solo encandiló a Mario Consuelo, pero nunca fue de él más allá de las meras promesas, porque dicen muchos que le guardaba mucho respeto a la memoria de su pareja que recién había fallecido y a los dos años le siguió, quedando claro que eran las primeras víctimas del sida y así lo afirmó el mismo Guillermín.

Relató cómo se fue encaramando en el poder, pisando a quien tuviera que pisar y como todos los fracasados que se iban entregando a los apetitos sexuales de Mario Consuelo y de algunos funcionarios encumbrados que de tiempo en tiempo se aliaban al grupo selecto de las llamadas “gatas de angora”, ya que a ellas acudían desde profesionistas hambrientos, funcionarios deseosos y alumnos “jariosos” –como les llamaban a los calenturientos– para pertenecer al clan.

–Cuando mostrabas que eres de confianza porque tenías a alguien como pareja de forma permanente, te aceptaban dentro del grupito del profe –en referencia a Mario Consuelo– y con ello tenías oportunidad de opinar como, en mi caso como todos me veían con mucho amor, como borreguitos a medio morir, todo cuanto podía me lo daban; los documentos, hasta la maestría, a ellos no les importaba si sabía o no leer; sólo el sexo y ya.

Dice crudamente y con gran cinismo, donde lo único que dijo que le daba un poco de preocupación era el que pudiera ser infectado de sida y que en realidad no lo sabía, como tampoco lo sabía si su esposa e hijos estaban infectados.

–¡Eso no me importa muchos porque aquí vine con un solo propósito, que es ayudar a desestabilizar a México y habemos muchos que estamos aquí haciendo lo que nos han pedido y hay tanta gente como esto putos que piensan más con el culo que con la cabeza…! ¿No me creen, entonces por qué no investigan al secretario de educación que se fue a la capital del país, al sub de educación superior, al diputado Carrasco, inspectores, auditores y un montón de ellos…?

Luego todo eso enumeró la lista de cómo se llenaban las bolsas de dinero, cómo los funcionarios de la educación y la universidad para docentes, se repartían cantidades de dinero con cursos, diplomados, licenciaturas y maestrías, venta de documentos apócrifos, alteración de documentos, tráfico de influencias, reparto de plazas en el sistema educativo y todo eso que denunciamos y nadie nos hizo caso, antes al contrarios nos acusaron de  conflictivos y problemáticos.

Luego vino la confesión de cómo se repartieron los dineros, cómo extorsionaron a todos los miembros del clan una vez que Mario Consuelo tuvo que salirse de la dirección por problemas de salud, que nada tenía que ver con el sida que ellos pulularon como rumor, sino con un grave problema de hepatitis y un virus en el pulmón derecho que por mucho tiempo no atendió.

Confesó que como jefe de hecho del clan, se alió con el hijo putativo de Mario Consuelo; Amadeo para adueñarse de las propiedades que éste tenía regadas por todos el Estado, sobre todo aquellas que se usaran en tiempos de los narco satánicos que fueran famosos en todo el país, pero que aquí no se hizo ningún escándalo porque el clerical gobierno actual estaba metido hasta el tuétano empezando por gobernador de aquél entonces hasta el que está por salir junto con los obispos de la costa y el valle.

Al dar por terminada la declaración preliminar de Guillermín, me quedé frío y asombrado entendiendo que no sabíamos ni una décima parte de lo que pasaba y que tanto nos había afectado, pero además que tanta gente estuviera involucrada, pero además de los peligros que ellos implica, como la muerte de Álvaro Herrera, quien al no hace caso de las peticiones que Guillermín y Amadeo le hicieran, lo indujeron a la droga a tal grado que se pudieron quedar con todo lo que había logrado reunir en sus años de corrupción.

–Lo dejamos allá cerca de su casa y cada cierto tiempo la llevábamos la droga con algunos documentos que queríamos nos firmara. Lo malo es que en cierta ocasión, en realidad lo descuidamos mucho, tanto que cuando íbamos a lograr quedarnos con todo y haber negociado con un familiar un buen trato, corrimos a buscarle para una última firma y ya no lo encontramos, pusimos la demanda de desaparición y al poco tiempo lo encontraron muerto en un “picadero”.

En eso pienso cuando se abra la puerta y entra silenciosa Gumersinda Arroyo, se queda viendo en la ventana hacia el cuarto de interrogatorios, mueve en forma negativa la cabeza y se queda viendo, hago lo mismo porque no hay mucho qué decir; hay tanta información, pero más podredumbre que nos hemos quedado pensando tantas cosas como el hecho de que existen muchas líneas de investigación, porque no eres uno sólo quien quiere muerto a Mario Consuelo.



Continua III Capítulo: Fuera máscaras

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